jueves, 27 de febrero de 2014

¿Podría ayudar la practica de la meditación a prevenir el alzhéimer?



Un estudio, realizado  por el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB) en colaboración con la Universidad de Barcelona y el Center forInvestigating Healthy Minds de la Universidad de Wisconsin-Madison, publicado recientemente en la revista Psychoneuroendocrinology parece demostrar que las personas que meditan de manera habitual muestran alteraciones en la expresión génica.

Desde hace tiempo la práctica de la meditación basada en la conciencia plena ha captado la atención de algunos investigadores, que recopilan evidencias experimentales de los efectos beneficiosos que tienen en los campos psicológico, neurológico, endocrino e inmunitario, si bien se desconocen cuales son  realmente los mecanismos.

El propósito de esta reciente investigación de la catalana Perla Kaliman y sus colaboradores era explorar el impacto de la meditación y para ello se estudio  la expresión de los genes circadianos, moduladores de la cromatina y proinflamatorios en células mononucleares de sangre periférica (PBMC). Desde el principio se establecieron dos grupos. El primero formado por 19 personas que practicaban la técnica de meditación creada por Jon Kabat-Zinn y el grupo de control estaba formado por 21 participantes sin experiencia alguna en meditación. Los sujetos fueron estudiados durante una jornada de ocho horas en la que los participantes del primer grupo pudieron realizar la practica milenaria. Asimismo, se analizó también el grupo de control, sin ninguna experiencia en meditación, al que se pidió que realizara actividades de ocio como leer, ver documentales o jugar a juegos de ordenador y caminar, no permitiéndose comunicación con el exterior a través del ordenador o del teléfono, siendo la dieta igual para todos. Al finalizar el día el grupo que practicaba la meditación mostró diferencias en la expresión genética y molecular, incluyendo niveles alterados de la regulación génica y una reducción en los niveles de genes proinflamatorios, que a su vez se correlacionaban con una recuperación física más rápida de una situación estresante. Estos cambios no fueron relevantes en el grupo de control, que había llevado a cabo actividades de ocio.
De modo que este estudio aporta más información sobre cómo influye la meditación también en procesos biológicos y establece una base para futuros estudios en los que se utilicen estas estrategias para el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas, ya que demuestra que meditar influye en la activación de genes relacionados con la inflamación y el estrés, que pueden estar en la raíz de enfermedades vinculadas con el envejecimiento como es el alzhéimer.

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