viernes, 28 de junio de 2013

Una nueva técnica diagnostica

El servicio de neurorradiología de Hospital Quirón Zaragoza, liderado por el doctor Nicolás Fayed, ha implementado dentro del servicio una serie de pruebas de morfometría cerebral, que permiten identificar y cuantificar alteraciones sutiles que afectan al volumen y la integridad de determinados tejidos cerebrales.

Así, la monitorización de estos cambios y los resultados de cuantificación pueden complementar el diagnóstico radiológico tradicional, mejorando su precisión. El resultado es un informe radiológico más personalizado, estandarizado y estructurado, convirtiéndose en una de las herramientas más eficaces para el seguimiento, pronóstico y tratamiento de pacientes con enfermedades neurodegenerativas y patologías psiquiátricas.

Esta nueva técnica, que ofrece en exclusiva Hospital Quirón Zaragoza por primera vez en Aragón, es especialmente útil para personas que puedan presentar un deterioro cognitivo leve, que incluye déficit de memoria, que es, en muchso casos, la antesala de la enfermedad de Alzheimer, punto en el que el especialista puede iniciar el tratamiento adecuado con el fin de influir en el avance de la enfermedad.


sábado, 22 de junio de 2013

El cerebro en 3D al servicio de la ciencia

 


BigBrain, el gran mapa en 3D ya forma parte del dominio público, es un gran paso hacia el entendimiento profundo del cerebro y la mente. Su objetivo no es otro que comprender los fundamentos neurobiológicos del aprendizaje y la adquisición de conocimiento, del lenguaje y las emociones, de la torpeza y de la creatividad humana. Público y de acceso gratuito es una herramienta esencial que necesitan los laboratorios neurológicos de todo el mundo para elucidar la forma y la función de nuestro cerebro.

Hasta ahora existen otros atlas del cerebro, pero solo llegan al nivel macroscópico, o visible. Su resolución solo llega al nivel de un milímetro cúbico, y en ese volumen de cerebro caben fácilmente unas 1.000 neuronas. El nuevo BigBrain baja el foco hasta un nivel "casi celular", según los científicos que lo han creado. Eso quiere decir que llega a discriminar cada pequeño circuito de neuronas que está detrás de nuestra actividad mental, y que puede abarcar toda la información disponible sobre el cerebro, desde los genes y los receptores de neurotransmisores hasta la cognición y el comportamiento. 

El trabajo ha sido coordinado por Katrin Amunts, del Instituto de Neurociencia y Medicina de Jülich, en Alemania; y Alan Evans del Instituto Neurológico de la Universidad McGill en Montreal, Canadá. Ambos explicaron su investigación en una teleconferencia para la prensa junto al editor de Science, Peter Stern. 
El cerebro de referencia se basa en el de una mujer fallecida a los 65 años, que ha sido fileteado en 7.400 secciones histológicas de solo 20 micras (el espesor de un cabello, y cerca de la dimensión de una célula). El BigBrain, según sus creadores, abre el camino para entender las bases neurobiológicas de la cognición, el lenguaje y las emociones, y también para investigar las enfermedades neurológicas y desarrollar fármacos contra ellas. El modelo se presenta en la revista  Science y estará disponible para usuarios registrados en bigbrain.cbrain.mcgill.ca.



Imagen proporcionada por los científicos de Alemania y Canadá que seccionaron en más de 7.000 láminas, menos gruesas que un cabello humano, el cerebro de una mujer de 65 años.




domingo, 9 de junio de 2013

Ejemplo de un titular demasiado concluyente



Un fármaco para el Alzheimer reduce el riesgo de infarto.

Un estudio con 7.000 pacientes observa este efecto, pero no aclara las causas

La 'cara B' de algunos medicamentos suele pillar por sorpresa a los científicos. En esta ocasión, un amplio análisis sueco ha permitido observar que un tratamiento habitual en pacientes con Alzheimer reduce significativamente su riesgo de sufrir un infarto. El diseño del estudio no permite sacar conclusiones definitivas, pero abre una puerta interesante a estudiar en el futuro.
El trabajo ha sido posible gracias a una amplia base de datos sueca, que ha permitido al equipo de Bengt Winbald (neurólogo del Instituto Karolinska de Estocolmo) analizar nada menos que a 7.000 personas. Sus conclusiones se acaban de publicar en las páginas de la revista 'European Heart Journal'.
En ellas, los investigadores observaron que los pacientes con Alzheimer tratados con inhibidores de colinesterasa (medicamentos como donepezil o galantamina) tenían un 38% menos de riesgo de sufrir un infarto de miocardio. Cuando analizaron la mortalidad en general (no sólo por infarto), observaron que estos tratamientos se asociaban a una reducción del 26%.
El doctor Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), admite que "se trata de un estudio interesante", aunque por su propio diseño observacional no permite extraer conclusiones definitivas. Abre la puerta, eso sí, a un mayor estudio de la acción de estos inhibidores de la colinesterasa sobre el corazón: "Se trata de fármacos con un mecanismo de acción muy complejo, y parece que puede estar ocurriendo algo en el corazón que resulta beneficioso para estos pacientes".
Como explica el doctor Guillermo García Ribas, coordinador del grupo de Estudio de Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN); estos medicamentos actúan sobre una sustancia denominada acetilcolina. "En el cerebro, esta sustancia nos permite memorizar; pero en el resto del organismo sirve para mover los músculos; y no sólo el corazón es el músculo por excelencia, sino que las arterias son elásticas porque tienen fibras musculares", apunta.
Como el neurólogo español, los autores suecos admiten que su trabajo no permite nada más que emitir hipótesis que expliquen esa protección cardiovascular observada. Podría ser, apuntan, por una acción inflamatoria; "pero eso habrá que validarlo en un ensayo clínico aleatorio", apunta por su parte Enrique Galve, presidente de la sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Tanto Galve como el doctor García Ribas explican que lo que sí se sabía hasta ahora es que estos inhibidores de la colinesterasa bajan el ritmo cardiaco de los pacientes. "Esto es algo que también hacen algunos de los fármacos que usamos para tratar la enfermedad isquémica, que ponen el corazón en una especie de 'ralentí'", explica el cardiólogo; "si los fármacos para el Alzheimer logran el mismo efecto, tal vez ahí radique su efecto protector".
Aunque todas estas explicaciones entran dentro del terreno de la especulación, los tres especialistas españoles coinciden en que el trabajo abre una nueva vía de investigación que dará que hablar en el futuro. "Para nosotros la noticia es bienvenida", apunta el doctor Galve; "el tema tendrá recorrido en el futuro porque el envejecimiento de la población hace del Alzheimer un tema de creciente interés".


Mi opinión
Si bien el resto del texto periodístico tiene un correcto planteamiento ya que no solo se cita la revista donde se ha publicado el estudio, sino que se ofrecen también tres  testimonios de  reconocidos expertos, desafortunadamente la periodista presenta un titular concluyente con el que  pierde  la oportunidad de presentar un perfecto ejemplo de información veraz y contrastada.
Al leer la opinión de los expertos consultados podemos comprobar que son  mucho más prudentes  y se puede deducir que es necesaria más investigación sobre este tema antes de asegurar rotundamente que un fármaco para el alzhéimer puede  reducir el riesgo de infarto.